Bizcocho de Kéfir y un saludo especial



El miércoles pasado estuve en un concierto en el Palacio de los Deportes, más concretamente en el concierto de Sabaton, un grupo de rock sueco. A estas alturas ya deberíais saber que siempre me auto denomino como vieja rockera y suelo ir a cuantos más conciertos, mejor. Si aún no lo sabíais, nunca es tarde...

A la salida, mi rockerillo pequeño me presentó a uno de sus amigos, y cuál no sería mi sorpresa al saber que es seguidor de este mi humilde blog, tanto es así que me quedé sin palabras, no pensaba ni en sueños que un jovenzuelo pudiese seguir mis recetuelas, así que hoy quiero enviarle un agradecimiento muy especial, porque se lo merece:

¡MUCHAS GRACIAS FRAN! Espero que en algún momento te sirva de inspiración en la cocina. Besitos mil

Esta receta me la pasó una amiga para que se la hiciese, era una foto de una revista de esas de cotilleo, creo que Semana, y sale bastante bueno el bizcocho, así pues os dejo la receta por si os interesa hacerlo.

El kéfir es similar al yogur pero difiere en algunas cosas, os dejo un poquillo de literatura, de estas de copia y pega:

En turco, kéfir significa ‘bendición’ y hace referencia a una bebida fermentada de agradable sabor consumida desde hace miles de años en la zona del Cáucaso.
Cuenta una leyenda que el kéfir fue un regalo de Mahoma a los monjes ortodoxos del Cáucaso, a quienes explicó cómo usarlo, con la advertencia de que no desvelaran el secreto de su preparación o podría perder su poder.
Lo más probable, sin embargo, es que el kéfir se elaborara mucho antes; es posible que lo descubriera algún pastor al conservar la leche y encontrarla agriada en un zurrón de cuero o estómago de animal, algo de uso muy común en la antigüedad.
Se denomina kéfir tanto a los gránulos con los que se fermenta la leche como al producto resultante. Se cree que es la responsable de la gran longevidad entre sus gentes, por lo que se considera un elixir de larga vida.
Los gránulos o nódulos poseen una consistencia gelatinosa y se utilizan para fermentar la leche fresca o el agua con azúcar. El resultado, el kéfir de leche o de agua, es un probiótico que facilita la digestión y mejora las defensas del organismo.

Propiedades del kéfir
El kéfir de leche es rico, además de en barcterias beneficiosas, en calcio, proteínas y vitamina B12, con la ventaja de que en esta bebida, se reduce el contenido en lactosa, transformándola en ácido láctico y evitando así intolerancias. 
Por otra parte, los gránulos de kéfir contienen unos 400 millones de microorganismos por gramo, de los que más o menos la mitad son bacterias de tipo Lactobacillus.

¿CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS ENTRE EL KÉFIR Y EL YOGUR? 
En el yogur se da solo una fermentación láctica, mientras que el kéfir provoca una fermentación lacto-alcohólica y carbonatada de la leche.
El contenido de alcohol del kéfir no suele superar el 1%, una cantidad insignificante (salvo que se tenga un problema grave de hígado y no se deba probar ni una gota).
El kéfir tiene mayor variedad de microorganismos probióticos, algunos de ellos compartidos con el yogur. Este último suele aportar solo un tipo de bacilos o bacterias.
El yogur es más suave que el kéfir, cuya acidez se puede aligerar dejando la leche menos tiempo en contacto con el kéfir.

Beneficios para la salud del kéfir
La mayoría de los beneficios del kéfir derivan de su carácter probiótico y de las modificaciones que produce en la leche.
CUIDA LA MICROBIOTA Y LAS DEFENSAS
Como probiótico ayuda a regenerar la flora intestinal y se indica en indigestión, candidiasis, estreñimiento o diarrea, así como para estimular las defensas del organismo.
HACE LA LECHE MÁS DIGERIBLE
Al predigerir la leche, reduce enormemente su contenido en lactosa (principal causante de intolerancia) transformándola en ácido láctico.
El kéfir modifica poco las propiedades nutritivas de la leche, por lo que tiene lo que ésta inicialmente: más o menos grasa, proteínas, calcio...
Las modificaciones más sustanciales que sufre la leche son de tipo digestivo: se reduce la cantidad de lactosa y se emulsiona mejor la grasa, por lo que es mejor tolerado por quienes no asimilan bien la leche.
La flora del kéfir es de la llamada "flora de fermentación" (en contraposición a la "flora de putrefacción"). Ahora bien, los beneficios de la regulación de la flora digestiva van más allá, al mejorar el sistema inmunitario.
PREVIENE MOLESTIAS DIGESTIVAS
El estreñimiento o la diarrea mejoran en función del tiempo que se hayan dejado los gránulos en la leche. Si se cuela a las 24 horas, la leche kefirada ejerce un ligero efecto laxante, mientras que si se deja más tiempo, además de resultar más ácida, se va volviendo astringente.
El kéfir en la cocina
Para preparar kéfir en casa no se precisa más que cierta cantidad de nódulos de kéfir, tarros de cristal de boca ancha con sus respectivas tapaderas y una servilleta y una goma para cerrar el recipiente y que respire, leche fresca entera, desnatada o semidesnatada (saldrá más espeso si la leche es entera) un colador y un bol para recoger la leche kefirada.
Es importante extremar la limpieza de estos utensilios y, a ser posible, reservarlos exclusivamente para elaborar kéfir.
Conviene evitar utensilios de metal, incluido el colador, ya que los nódulos y la leche kefirada tienen un pH ácido y pueden reaccionar con los metales. La mejor opción es el plástico (cuchara, colador…) en este caso.
Para su elaboración, los tarros de cristal se llenan de leche fresca a temperatura ambiente (no fría), se incorporan los nódulos de kéfir; se cierra el tarro con una servilleta y una goma y se deja que el kéfir repose y crezca en un lugar oscuro, un cajón o despensa que no abramos.
Si lo elaboramos al mediodía, al día siguente a la noche ya podemos consumirlo. Al día siguiente, se cuela el kéfir, se reservan los nódulos en un recipiente de cristal y el tarro con leche kefirada se cierra herméticamente y se guarda en la nevera, como un yogur.
Es mejor  consumirlo sin azúcar ni miel para preservar mejor sus bacterias beneficiosas.

CONSERVACIÓN Y REPOSO
Cada dos semanas es aconsejable lavar los nódulos y el recipiente con agua tibia, no clorada, y dejarlos en agua mineral unas 12 horas.
Si algún nódulo amarillea, se debe desechar, dejando únicamente los que tengan un aspecto saludable. Si nos sobra madre de kéfir, o tenemos que ausentarnos unos días, se puede conservar sumergido en leche, dentro del frigorífico para ralentizar la fermentación durante 4 o 5 días.
En general, los nódulos no se venden, aunque se pueden comprar por internet y en algunas tiendas de dietética.
A medida que se utilizan los nódulos, van creciendo. Cuando la cantidad se hace excesiva, hay que retirar los sobrantes, que se pueden regalar a otros familiares y amigos, o a cualquier persona que los necesite.
Fuente: https://www.cuerpomente.com/guia-alimentos/kefir

Y vamos ya con la receta, que parece que hace un poquillo de hambre...

Ingredientes:
- 2 huevos
- 250 gr de azúcar
- 250 gr de harina
- 125 gr de kéfir (Podéis sustituirlo por yogur natural, normal o griego)
- 125 ml de AOVE (Aceite de oliva virgen extra). Si os gusta con un sabor más suave, usad aceite de girasol.
- 1 cucharadita de levadura royal
- Ralladura de la piel de medio limón.
- Una pizca de sal
- 10 frambuesas

PARA LA GLASA REAL:
- 150 gr de azúcar glas
- 3 o 4 gotas de zumo de limón
- 1 clara de huevo

Elaboración:
* Batir los huevos con el azúcar hasta obtener una mezcla cremosa
* Añadir la ralladura de limón y el kéfir, sin dejar de batir
* Agregar poquito a poco el aceite
* Tamizar la harina con la levadura y la sal
* Añadir poco a poco la mezcla de harina, pero sin batir, con movimientos envolventes. Si lo hacéis con amasadora, debéis usar la pala.


* Agregar las frambuesas (yo las puse encima, antes de meter el bizcocho en el horno, porque casi siempre se van al fondo. Este bizcocho tiene una masa muy densa, así que igual no llegan a caer. Hay quien dice que si se rebozan las frutas con harina, no se desplazan, pero yo lo he probado y a mí nunca me ha funcionado)



* Engrasamos un molde alargado, y ponemos dentro la mezcla. También podéis forrarlo con papel de hornear, si os gusta más.
* Introducimos en el horno, que ha de estar caliente ya a 170ºC. El tiempo de horneado que pone en la receta es de 45 a 50 minutos, el mío fue de hora y 10 minutos. Vigiladlo!. Si veis que no acaba de cocer y se empieza a tostar demasiado para vuestro gusto, cubridlo con papel albal.
* Sacamos del horno y dejamos reposar un poco



GLASA REAL:
* Mezclamos todos los ingredientes con varilla, se hace bien a mano. Con estas cantidades queda muy espesa, la podéis aligerar si os place, añadiendo un poquito de leche, por ejemplo.
* También la podéis hacer del color que os plazca, usando colorantes alimentarios, y darle sabor con la esencia que más os guste.



* Desmoldamos, adornamos con la glasa, si queréis le podéis poner más frambuesas por encima, dejamos enfriar y a disfrutarlo.








ESPERO QUE OS GUSTE!!!




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